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El valor de los cuentos en la educación y la vida familiar
- enero 12, 2021
- Posted by: jardinyescueladeartes
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La mayor ventaja educativa, sin duda alguna, es la capacidad que tiene un cuento de transmitir valores. Quizás no hayamos reparado conscientemente en ello, pero si lo analizamos, la mayoría de los valores más firmemente arraigados en nuestra propia personalidad llegaron a nosotros de la mano de algún cuento: los 3 cerditos, por ejemplo, nos inculcaron la importancia de trabajar bien; la tortuga y la liebre nos mostraban que la constancia y la modestia tenían su fruto; y la cigarra y la hormiga nos hicieron ver que era más rentable trabajar que ser un holgazán.
Esto no es casualidad. Todas las historias tienen un argumento lógico que une las distintas partes, haciéndolas mucho más fáciles de recordar. De esta forma, nuestra memoria almacena precisamente ese hilo argumental porque es el pegamento de todos esos elementos y por tanto, la forma más sencilla de tener acceso al resto de detalles de la historia. Y es precisamente la moraleja el mejor resumen de un cuento y lo que mejor retenemos del mismo. Así, por ejemplo, uno puede olvidar detalles de lo que decían la cigarra y la hormiga, pero no olvida que una holgazaneaba mientras la otra trabajaba para almacenar comida.
Pero además de ser potentes herramientas de educación y enseñanza, los cuentos inventados y personalizados antes de dormir permiten establecer un nexo fuertísimo con los niños.
Al ser inventados y originales cada día, quien los cuenta debe dedicar toda su capacidad y atención, aunque sólo sea durante ese momento; y eso es algo que los niños, acostumbrados a ser el centro de atención de actos, pero no de pensamientos, perciben con gran agradecimiento y entusiasmo.
Al personalizarlos (dejándolos elegir los personajes principales de la historia) los padres se obligan a escuchar y atender a sus hijos y los niños se sienten verdaderamente especiales. Esa carga emotiva tan grande es otro importante factor que facilita la memorización y asimilación de lo enseñado en esos cuentos.
Contar cuentos sin libros ni dibujos, con la habitación en penumbra y los niños acostados, es una ayuda muy eficaz para contrarrestar la falta de atención que sufren muchos niños actualmente , provocada por vivir en un mundo con tantos sobre estímulos visuales.
Bajo la débil luz del pasillo, y con la tranquilizadora presencia de sus padres, los niños abren sus oídos dispuestos a transportarse al mundo del cuento, y sin darse cuenta, están aprendiendo a centrar su atención; no sólo eso, además lo hacen utilizando el oído como sentido primario, muy al contrario de lo que habrá sucedido durante el día. Esta situación estimula aún más su parte visual, pero en el aspecto creativo, que ante tantos estímulos tan perfectamente fabricados, muchos no desarrollan debidamente.
Un cuento personalizado es una herramienta increíblemente eficaz para «analizar» los comportamientos de los niños durante ese día. Aprovechando la cercanía en el tiempo y la frescura de sus recuerdos sobre lo acontecido, mediante el cuento podemos alabar lo que hayan hecho bien, o censurar y tratar de cambiar aquello que no hicieron tan bien. En ese momento tan emotivo, los niños están tan accesibles y dispuestos, que un cuento que ejemplifique claramente la actitud a seguir será mucho más eficaz que varias horas de sermones y buenas palabras.
¿Y ustedes, inventan historias con sus hijos? ¿Los llevan a dormir con un cuento? ¿O comparten algún cantito? Los leemos en los comentarios.